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HISTORIA

Una nueva diócesis

El 7 de septiembre de 1988, recién fundada la Diócesis de Caldas- Antioquia, por el Papa Juan Pablo II, se llevó a cabo la segunda reunión del clero, presidida por monseñor Germán García Isaza, primer obispo de la Diócesis;  en esta reunión se comenzó a plantear  la necesidad de un seminario en el que se realizara la formación de los jóvenes que, en el futuro, quisieran entregar su vida al servicio de esta nueva Iglesia Particular.

Necesidad de un seminario

Días después, el 28 de septiembre, en la tercera reunión, el señor obispo manifestando la urgencia de este proyecto vocacional en aras de la formación de los futuros sacerdotes, retomó la necesidad de tener un seminario propio, en un futuro no muy lejano, proponiendo los siguientes interrogantes: ¿Dónde construirlo? ¿Qué tipo de seminario sería? ¿Con qué recursos económicos? ¿Cuándo comenzar el proyecto de la construcción? ¿Cuál sería el perfil de quienes integrarían el seminario? ¿Quién sería la persona indicada para ser el rector?

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El 23 de octubre de 1988, el señor obispo, monseñor García Isaza, había comunicado por medio de una carta al presbítero Fidel León Cadavid lo siguiente: que la señorita Inés Barreneche Mesa, con la anuencia de su familia, en un acto de generosidad que solo Dios sabrá pagarle, ha hecho una donación a nuestra Diócesis el terreno que necesitábamos para la construcción del futuro seminario.

Discernimiento

A causa de los diálogos con el Seminario de Medellín, en los cuales se trataba de discernir quienes debían ser los seminaristas que comenzaran la nueva experiencia del Seminario de Caldas, el 11 de noviembre de 1988 se recibió, por parte del  cardenal Alfonso López Trujillo, la propuesta de retirar del Seminario Conciliar de Medellín a los teólogos que pertenecen a la Diócesis de Caldas para comenzar con ellos una experiencia formativa en la parroquia de San Antonio de Prado. No obstante, la comisión encargada para estudiar los asuntos propios de este proyecto no acepto la propuesta y decidió mantenerse en el deseo de construir un seminario propio en la Diócesis con su ¨propia fisonomía¨: se deseaba que el seminarista pudiera conocer ideas y sistemas propios con un ¨sano pluralismo¨ pero con torre de control, es decir, guiado siempre por el pastor de la Diócesis, quien tenía el don del Espíritu Santo para discernir el futuro de nuestra Iglesia Particular. Por entonces, se comenzó a pensar que sería más enriquecedor que los seminaristas estén con los párrocos y sacerdotes de la diócesis, no fuera de ella, para formarse en la realidad propia a la que tendrían que enfrentarse como pastores en el futuro.

Decisión.

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Fue así como el 16 de diciembre se firmó la escritura de compra de una casa situada detrás del templo de San José de la montaña en Caldas, donde se deseaba comenzar la experiencia formativa del Seminario Diocesano de Caldas.

El 4 de enero de 1989 se reunieron los teólogos de Caldas que estudian en Medellín con monseñor García Isaza, quien ese día les comunicaba que a partir de ese año su formación se trasladaría a la propia Diócesis; once teólogos aceptaron el reto conformar el nuevo seminario que empezaría sus labores el 2 de febrero del mismo año.

 Finalmente, el 20 de enero de 1989, se publica el Decreto 004 que a la letra reza:

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ARTÍCULO  PRIMERO. Eríjase en la ciudad de Caldas, capital de la Diócesis, el Seminario Diocesano de la Santa Cruz con todos los derechos y prerrogativas que le señala el Código de Derecho Canónico en los cánones 232 y siguiente.

ARTÍCULO SEGUNDO. Señálese el día dos de febrero fiesta de la Presentación del Señor como día de la inauguración del Seminario, de la bendición de sus instalaciones y acto de posesión del padre rector, durante la celebración de la Eucaristía. 

En la misma fecha se publicó el Decreto 005 que dice: Nómbrese rector del Seminario  Diocesano de la Santa Cruz  al Señor presbítero Fidel León Cadavid.​

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