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XV Domingo del Tiempo Ordinario

Invocación al Espíritu Santo.

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 Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz. Ven, Padre de los pobres; ven, Dador de las gracias; ven, Lumbre de los corazones. Consolador buenísimo dulce Huésped del alma, dulce Refrigerio. Descanso en el trabajo, en el ardor tranquilidad, consuelo en el llanto. Oh Luz santísima, llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles. Sin tu ayuda, nada hay en el hombre, nada que sea inocente. Lava lo que está manchado, riega lo que es árido, cura lo que está enfermo. Doblega lo que es rígido, calienta lo que es frío, dirige lo que está extraviado. Concede a tus fieles, que en Ti confían, tus siete sagrados dones. Dales el mérito de la virtud, dales el puerto de la salvación, dales el eterno gozo. Amén.

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Lecturas de Isaías 55,10-11/ Salmo 64, 10. 11. 12-13. 14/ Romanos 8, 18-23.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,1-23.

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló muchas cosas en parábolas:
«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otra cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron. Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta.
El que tenga oídos, que oiga».
Se le acercaron los discípulos y le preguntaron:
«Por qué les hablas en parábolas?».
Él les contestó:
«A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no.
Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumple en ellos la profecía de Isaías:
“Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver;
porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos;
para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón,
ni convertirse para que yo los cure”.
Pero bienaventurados vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.
Vosotros, pues, oíd lo que significa la parábola del sembrador:
si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que escucha la palabra y la acepta enseguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumbe.
Lo sembrado entre abrojos significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y se queda estéril.
Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ese da fruto y produce ciento o sesenta o treinta por uno».

Palabra del Señor

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Reflexión: La responsabilidad de conocer al Maestro.

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Queridos hermanos este fin de semana nos vuelve a convocar el señor entorno a su Palabra y nos hace una invitación clara y concisa no solo para que se quede como palabra muerta, sino que se haga vida en cada uno de nosotros. El evangelio para este domingo gira en torno a la parábola del sembrador, hemos ya reflexionado muchas veces acerca de este texto como pensar que tipo de terreno es cada uno, como estamos acogiendo la semilla que es la misma Palabra y como el sembrador pasa por nuestra vida que es el mismo Señor y es importante seguir preguntándonos y reflexionando de cara con nuestra vida con esta Palabra, pero he querido enfocar esta reflexión en la segunda parte del Evangelio y es la responsabilidad que nosotros como discípulos adquirimos cuando decidimos seguir y conocer a Jesús que hoy es bien claro en el texto de Mateo.

En el versículo 10 se dice que los discípulos se le acercaron a Jesús, y es esto importante, porque en la mayoría de ocasiones es Jesús quien se dirige a ellos, esto muestra claramente como el discípulo también en ocasiones debe acercarse al maestro y este encuentro no es casual, el discípulo se acerca al maestro cuando ante las enseñanzas del Señor nuestra capacidad de comprender y asumir lo que él quiere para nosotros es poca y débil, si bien los discípulos le preguntan por las demás personas de porque les está hablando así (la novedad de la escuela de discipulado de Jesús, el género de la parábolas) como queriendo escudar en el resto de la comunidad su ignorancia y su poca profundidad en lo que implica el conocimiento de Jesús, porque inclusivamente el mismo Jesús al final de Evangelio a partir del verso 18 les explica a estos, sus discípulos, la parábola ¿ acaso no eran los demás los que quedaban confundidos? ¿Por qué la explica a los suyos? Este es un elemento importante para nuestra reflexión, ¿cuántas veces pasamos por obvio pensar que de verdad conocemos al Señor y pensamos que el otro es quien necesitan conocerlo, entenderlo? ¿Será que nosotros también somos aquellos discípulos escudando nuestra ignorancia frente a Jesús detrás de la buena fe y disposición de la comunidad? Hermanos, que no se nos pase nada en relación con Jesucristo por obvio, entramos como en una normalidad, un acostumbrarnos, a pensar que con solo saber cosas de Dios está bien, ¡No hermanos! El conocer al maestro implica una responsabilidad mayor es más que saber cosas, es vivir, sentir, ser como El; el mismo evangelio hoy nos lo recuerda a todos nosotros a ustedes se les ha dado conocer los misterios del Reino de Dios y por eso se les exigirá y dará más.

Vemos también claramente que nosotros a quien el Señor nos ha hecho un llamado, debemos de poner también todo de nosotros, que poco a poco vaya desapareciendo en nosotros esta frialdad y quietud en lo que se refiere al conocimiento de aquel a quien seguimos y por el cual estamos en este lugar, y es que el mensaje de Jesús requiere, para su aceptación, buenas disposiciones, solo aquellos que las tengan reciben y entiende el mensaje salvador y dará mucho fruto, recurriendo también a la imagen del sembrador. El señor es muy claro y nos habla de manera sencilla para que le podamos entender. Pidámosle hermanos al Señor hoy al reflexionar esta Palabra que primero nos enseñe a tomar responsabilidad frente al deseo de conocerlo cada día mas y esto solo se hace enamorándonos de su Palabra, segundo a que no escudemos nuestra frialdad, superficialidad e ignorancia en otros, solo tú y yo somos responsables de esto, si bien el llamada es personal de igual manera cada uno desde su realidad y lo que es podrá conocer a Señor y por ultimo pídele que te enseñe a que por encima de todo este esta certeza, que como Jesús mismo nos lo ha dicho la única voluntad del Padre es que lo conozcamos a él y su enviado Jesucristo, de verdad que solo así seremos verdaderamente discípulos. Animo no ten miedo acercarte al Señor y presentarle tus dudas. Amen

 

Smta. Felipe Franco.

II año de la etapa discipular.

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Para la reflexión personal:

1- Reconozco en la lectura del profeta Isaías 55, 10—11 la abundancia que viene de Dios con el símbolo de la lluvia, así como esta desencadena el circulo de fertilidad en la naturaleza la Palabra de Dios nos llena de vida me pregunto si ¿soy tierra sedienta de esa agua y abro mi tierra a esa agua?

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2- La fuerza y la voluntad de la Palabra de Dios entran y debilitar desesperanza y la impotencia, me invita a confiar no solo en mis fuerzas sino también en el poder infinito de Dios, la semilla no germina por sí sola, necesita del sembrador, del buen terreno y del agua. Esta semilla, su Palabra es capaz de trasformar las situaciones más fuertes y negativas ¿le creo a Jesús y confió en esa semilla que pone en mí? ¿confió suficientemente de quedar fruto abundante?

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3- A veces confundimos la voluntad de Dios con la resignación y la pasividad ante las injusticias y el sufrimiento ajeno, el Evangelio nos muestra que la Palabra de Dios se hará fecunda en mí solo si soy buen terreno, pienso en esas ocasiones en que me resigno ante mi pasividad espiritual y no creo radicalmente en el poder de la Palabra de Dios.

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4- Ahora pienso en que Dios me pide ser tierra fecunda para que su Palabra toque mi corazón, modifique mi mirada y active mi inteligencia, mis pasos y mis manos

 

5- Terminemos nuestra oración con este texto:

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Preguntas de Dios

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¿Dónde estás? dice el Creador.

¿Dónde está tu hermano? dice el Padre.

¿Quién te liberó? dice el Señor.

¿Dónde están tus acusadores? dice el Pastor.

¿Por qué me persigues? dice el Hermano.

¿Por qué temes? dice el Amigo.

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Preguntas de Dios en nuestra tierra, como la lluvia que baja del cielo y al cielo sube, preguntas sin final, preguntas eternas en la vida que nos traen, en la muerte que se llevan. Acogidas como la lluvia, ya nos van haciendo eternidad ahora (Benjamín González Buelta, sj)

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