
Seminario Diocesano
de la Santa Cruz

"El que quiera seguirme, que se niegue a si mismo, que tome su cruz y me siga" (Mt 16, 24)
XXI Domingo del Tiempo Ordinario
1.Invocación al Espíritu Santo.
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Ven, Espíritu Santo llena los corazones de
tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
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Envía tu Espíritu y serán creadas todas las cosas
Y se renovara el orden de este mundo.
Oremos: Padre, tu que estas creando los corazones de tus fieles
con la iluminación de tu Espíritu; concédenos comprender esta vida
nuestra según ese mismo Espíritu y contar siempre con su ayuda.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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Lecturas: Isaías 22, 19-23 / Sal 137,1-2a.2bc-3.6.8bc/ Romanos 11,33-36
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Lectura del santo evangelio según san Mateo 16,13-20.
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Palabra del Señor
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Reflexión:
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¿Y vosotros, quién decís que soy yo?
Sem. MIguel Fernando Agudelo Taborda
I Etapa discipular.
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Para la meditación personal:
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2. En contexto con el Evangelio.
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MEDITACIÓN:
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- Subraya los verbos, los lugares, los personajes y dales su respectivo significado en una lista.
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- ¿Qué dice el texto?
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- ¿Qué me dice el texto?
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- ¿Qué puedes concluir?
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Oración final:
Señor Jesús, a veces estamos llenos de entusiasmo y olvidamos que eres tú la fuente de nuestro gozo. En los momentos de tristeza no te buscamos o queremos que intervengas milagrosamente. Ahora sabemos que no nos abandonas nunca, que no debemos tener miedo. La oración es también nuestra fuerza. Aumenta nuestra fe, estamos dispuestos a arriesgar nuestra vida por tu Reino.
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