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XVII Domingo del Tiempo Ordinario

Invocación al Espíritu Santo.

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Creador Inefable,
que entre los tesoros de tu sabiduría
elegiste las tres jerarquías de los ángeles
y las colocaste en orden admirable sobre el cielo;

Tú que dispusiste con tanto arte las distintas partes del Universo;
Tú, digo, que eres llamado Fuente de Luz
y Sabiduría y Principio Supremo;
dígnate a derramar sobre las tinieblas de mi inteligencia
un rayo de tu claridad,
expulsando de mí la doble tiniebla en que nací:
la del pecado y la de la ignorancia.

Tú, que haces elocuente la lengua de los niños,
forma mi lengua
y derrama sobre mis labios la Gracia de tu bendición.

Dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facilidad para aprender,
sutileza para interpretar
y gracia abundante para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.

¡Oh Señor! Dios y hombre verdadero,
que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén. Santo Tomas de Aquino.

 

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Lecturas: Reyes (3,5.7-12)/Sal 118,57.72.76-77.127-128.129-130 / Romanos (8,28-30 )

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,44-52.


En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra. El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos le contestaron: «Sí.»
Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»


Palabra del Señor

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Reflexión: La alegría del Evangelio

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“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de aquellos que se encuentran con Jesús” Papa Francisco.

El acontecimiento propuesto en el Evangelio de este domingo nos permite pensar en la misericordia de Dios con nosotros; para quienes de alguna manera hemos tenido la oportunidad de encontrar el maravilloso tesoro que es Cristo sabremos que no ha sido fácil despojarnos de nuestras antiguas perlas y tesoros.

Vender estas perlas y tesoros es complicado por el simple hecho de que seguir y aceptar a Cristo compromete todo nuestro ser, si no hubiera que pasar por esta venta aceptaríamos a Jesús de inmediato. Quisiera compartir un fragmento del Ángelus dirigido por el Papa Francisco a la Iglesia que peregrina en Roma el 30 de julio del año 2013 que nos servirá para este camino espiritual y nos llevara a preguntarnos: ¿qué perlas y tesoros debo vender para tener un encuentro con Cristo profundo que me lleve a decir SÍ a su proyecto de vida en mí?

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1. La actitud de la búsqueda es la condición esencial para encontrar; es necesario que el corazón arda desde el deseo de alcanzar el bien precioso, es decir el Reino de Dios que se hace presente en la persona de Jesús. Es Él el tesoro escondido, es Él la perla de gran valor. Él es el descubrimiento fundamental, que puede dar un giro decisivo a nuestra vida, llenándola de significado.

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2. La valoración del valor inestimable del tesoro, lleva a una decisión que implica también sacrificio, desapegos y renuncias. Cuando el tesoro y la perla son descubiertos, es decir cuando hemos encontrado al Señor, es necesario no dejar estéril este descubrimiento, sino sacrificar por ello cualquier otra cosa. No se trata de despreciar el resto, sino de subordinarlo a Jesús, poniéndole a Él en el primer lugar. La gracia en el primer lugar. El discípulo de Cristo no es uno que se ha privado de algo esencial; es uno que ha encontrado mucho más: ha encontrado la alegría plena que solo el Señor puede donar. Es la alegría evangélica de los enfermos sanados; de los pecadores perdonados; del ladrón al que se le abre la puerta al paraíso. La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de aquellos que se encuentran con Jesús. Aquellos que se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría (cf. Exort. ap. Evangelii gaudium, 1). H

Hace algunos años por la misericordia de Dios decidí vender la perla más importante que tenía hasta el momento, para ir en camino a la compra de la perla preciosa, y hoy años más tarde con amor, humildad y lleno de agradecimiento, dijo: he ganado en creces desde aquella venta. Permitamos pues que el Señor inunde nuestros corazones con su misericordia para vender todo aquello que nos impide ir a su encuentro. Que María Madre de los discípulos que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica. -ruegue por nosotros. 

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Sem. Alberto Restrepo Agudelo

lll de la Etapa configuradora

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Para la meditación personal:

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I.LECTIO: ¿Qué dice el texto?

Lectura del Santo Evangelio según san Mateo (13,44-52)

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II. MEDITACIÓN: ¿Qué me dice el texto?

• ¿Qué parte del texto ha llamado principalmente mi atención? ¿Por qué?

• Según mi experiencia de vida, ¿qué entiendo por tesoro escondido, por mercader de perlas preciosas o por red echada en el mar?

• Esta experiencia mía ¿cómo me ayuda a entender las parábolas del tesoro, de la perla y de la red?

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III. ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios orando desde el texto?

• Oremos con salmo 119(118): El Señor es mi herencia; he resuelto guardar tus palabras. Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata.

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IV. CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo el mensaje?

• Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces, hasta interiorizar, el siguiente versículo del Evangelio: El reino de los cielos se parece a un comerciante de perlas finas: al descubrir una de gran valor, va, vende todas sus posesiones y la compra.

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V. ACCIÓN: ¿A qué me comprometo?

• Que el compromiso de esta semana brote de tu corazón después de orar y meditar con la Palabra de Dios.

Oración

La gracia del bautismo que me hizo hijo de Dios es el mayor tesoro, la perla más valiosa, que depositaste en el frágil vaso de barro de mi vida. Pero con vergüenza he de reconocer que me pasa como con todo lo que siempre se ha tenido: no lo valoro como un verdadero tesoro. Ayúdame a defender y cultivar este don para que en la red de tu Iglesia llegue a ser de los peces buenos. Que esté gozoso porque me has elegido para servirte en esta vida y alabarte por toda la eternidad

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